top of page
Humano - Comunitario 

El Seminario estructura la formación humana con los siguientes medios:

 

Conocimiento y valoración de sí mismo, identidad en su opción de vida, capacidad para llevar una vida en comunidad, fomento de la alegría y el optimismo, manejo y control del temperamento, buen comportamiento dentro y fuera del seminario, práctica del deporte, urbanidad y buenos modales, responsabilidad y espíritu democrático, capacidad de participar en encuentros y seminarios, buen uso de los medios de comunicación, capaz de sostener diálogos con la cultura, valor del trabajo, amor y cuidado de la naturaleza, asignación y cumplimiento de responsabilidades, madurez política, tolerancia y apertura a los signos de los tiempos, educación sobre la paz (formación para la paz), orden, sentido común y estético, disciplina y hábito de estudio e investigación.

 

Desde el momento de la selección de los candidatos se buscan los elementos mínimos que aseguren la posibilidad de una madurez afectiva y sicológica, tales como la salud física comprobada mediante certificado médico; se tiene en cuenta el ambiente familiar del aspirante y el influjo positivo o negativo que en él haya tenido según sus circunstancias; también se analizan sus capacidades intelectuales según la media normal y los estudios realizados.

 

A lo largo del tiempo de formación, el candidato debe manifestar la recta intención para la búsqueda del sacerdocio, la cual se ha de manifestar desde el momento de la solicitud de admisión. Se requiere, en sus elementos fundamentales, una trayectoria en la vida de fe manifestada en actitudes cristianas y de vida eclesial que permitan asumir las exigencias de la formación.

 

El Seminario busca desarrollar en cada candidato una personalidad equilibrada y madura en consonancia con la vocación al ministerio sacerdotal hacia la cual cada candidato debe orientar su proceso de maduración hasta lograr suficiente estabilidad sicológica y afectiva, capacidad para tomar decisiones prudentes, rectitud y objetividad en el modo de juzgar los acontecimientos y las personas, el dominio del propio carácter.

 

Se trata de una formación integral que debe llevar al desarrollo de virtudes y valores humanos, tales como la sinceridad, el amor a la verdad, la fidelidad a la palabra dada, el equilibrio emocional y afectivo; la capacidad de diálogo y comunicación, de perdonar y rehacer las relaciones, la colaboración, el silencio; la aceptación de las personas, la amistad, la justicia, la libertad, el servicio, la disponibilidad, el desprendimiento, el amor al trabajo, la creatividad, la firmeza y constancia, la moderación en el hablar y actuar.

 

Se busca, ante todo, llevar al conocimiento y valoración de sí mismo, a la identidad en la opción de vida, a la capacidad de guiar una comunidad, del fomento de la alegría y el optimismo, al manejo y control del temperamento, al comportamiento maduro dentro y fuera del seminario, a la práctica del deporte, a la urbanidad y buenos modales, a la responsabilidad y sentido democrático, la capacidad de participación, al buen uso de los medios de comunicación, a la apertura y al diálogo, al amor al trabajo y a la naturaleza al desarrollo del sentido estético y a la adquisición de hábitos de estudio, disciplina e investigación.

Áreas de Formación
bottom of page