Académica
La formación intelectual es una exigencia insustituible de la inteligencia con la cual el hombre, participando de la luz de la inteligencia divina, trata de conseguir una sabiduría que, a su vez, se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su adhesión.
La formación intelectual de los candidatos al sacerdocio encuentra su justificación específica en la naturaleza misma del ministerio ordenado, y manifiesta su urgencia actual ante el reto de la Nueva Evangelización a la que el Señor llama a su Iglesia a la puerta del tercer milenio. Pues, “si todo cristiano debe estar dispuesto a defender la fe y dar razón de su esperanza” (cf. 1 Pe.3, 15), mucho más los candidatos al sacerdocio y los presbíteros deben cuidar diligentemente del valor de la formación intelectual en la educación y en la actividad pastoral, dado que, para la salvación de los hermanos y hermanas, deben buscar un conocimiento más profundo de los misterios divinos.
La situación actual, marcada gravemente por la indiferencia religiosa y por una difundida desconfianza en la verdadera capacidad de la razón para alcanzar la verdad objetiva y universal, así como por los problemas y los nuevos interrogantes provocados por los descubrimientos científicos y tecnológicos, exige un excelente nivel de formación intelectual, que haga a los sacerdotes capaces de anunciar -precisamente en este contexto- el inmutable Evangelio de Cristo y hacerlo creíble frente a las exigencias de la razón humana.
Además, el actual fenómeno del pluralismo, acentuado más que nunca en el ámbito no sólo de la sociedad humana sino también de la misma Iglesia, exige una formación más sólida que nunca.